PARA ADQUIRIR "VERACRUZ"

Pueden adquirir la novela "Veracruz" solicitándola en su librería habitual (I.S.B.N. 978-84-944297-6-7) o directamente a la editorial "Los Libros de Umsaloua" mediante el correo electrónico umsaloua@gmail.com .

miércoles, 27 de julio de 2016

UNOS PARRÁFOS EN CÁDIZ (1985)

Después de un tiempo "callaíto" por no dar mucho la vara con mi segunda novela, Veracruz, os paso, con mucho cariño hacia mis amigos gaditanos, unos fragmentos que, como muchos otros, tienen lugar en Cádiz, tanto en el siglo XVI como en el XX. Tienen que ver con Casa Manteca y con la Viña en 1985... Si os gusta, podéis adquirir la novela en vuestras librerías habituales (seguro en Las Libreras -Cádiz- Aprendiz y Pérgamo en Puerto Real y Entre Líneas en Sevilla). También en umsaloua@gmail.com. O me buscáis por la calle y os la cuento entera, no sé callarme ni el final...



A las ocho de la tarde Alan despertó a Alicia. Mientras ella tomaba una ducha, él se asomó a la terraza del hotel y contempló el paisaje que Cádiz le ofrecía: mar, y sólo mar. En algunos lugares, unas líneas de espuma desvelaban que allí, en medio del océano, había rocas que provocaban una rompiente y que frenaban la fuerza de las olas que llegaban mansamente a la orilla. Alan se fijó en el faro que, algo más a su derecha, acababa de comenzar su misión de aviso y precaución. Pensó que aquellos haces de luz a ráfagas se parecían mucho a su propia investigación: una pequeña luz en medio de la oscuridad.
Como les había indicado el director del museo, preguntaron en Casa Manteca por la dirección de la familia Rubio en el barrio de La Viña. No fue difícil encontrar la casa, pues se hallaba muy cerca de la taberna.
Entraron en el edificio que le habían señalado y pudieron contemplar un patio de vecinos, lleno de latas viejas de conservas que hacían las veces de macetas para lo que les pareció un centenar de geranios y varias puertas que confluían en dicho patio y que daba la impresión de albergar cada una de ellas a una familia diferente. Alicia recordó las historias que se contaban en su familia de cuando vivían en Triana, en las “corralas” y pensó que éstas no debían de haber sido muy diferentes a lo que ahora mismo estaba contemplando.
Un niño que jugaba con un cochecito al que le faltaba una rueda dejó en el suelo su juguete y se acercó a ellos.
-¿A quién buscáis? -les preguntó-. Nadie viene aquí si no es para buscar a alguien.
-Buscamos a una familia que se apellida Rubio, nos han dicho que viven aquí. Venimos de parte de El Manteca -le respondió amablemente Alan usando al dueño del bar como salvoconducto ante el niño.
-¡Mamá! ¡Aquí hay un guiri que te está buscando! -gritó el niño mientras señalaba hacia una de las puertas que se adivinaba detrás de una fila de sábanas puestas a secar sobre un cordel en medio del patio, por lo que tuvieron que atravesarlas percibiendo un intenso olor a limpio, como sólo huele a limpio la ropa tendida en las casas de los pobres.
Antes de que llegaran a la puerta una mujer joven, de unos treinta años, se adelantó hacia ellos. Su actitud no era intimidatoria, más bien al contrario, era una forma de darles la bienvenida. Los invitó a pasar al interior y se encontraron directamente en una alcoba que hacía las veces de salón y de dormitorio para ella y el niño, pues sólo dos camas pudieron observar al fondo de la gran habitación. Alicia, recordando lo que sabía de las corralas trianeras, imaginó que la cocina y el baño serían compartidos con el resto de los vecinos, que ya no eran vecinos sino familia al compartir todos ellos su escasa intimidad.
La mujer corrió una cortina y unos visillos y dejó entrar la claridad en la alcoba, que hasta entonces estaba en penumbra.
-Me llamo Rosario Rubio, Chari Rubio para mis amigos. Así que pueden llamarme Chari. ¿Qué les trae por aquí, si esto está más perdido que el sitio donde Cristo dio las tres voces?
Alan, escuchando a Chari, se acordó de Inma, la amiga de Alicia que tanto les había ayudado aquella misma mañana, y pensó que Sevilla y Cádiz no eran tan diferentes. Dejó que Alicia le explicara a la gaditana todas sus peripecias y por qué estaban aquella tarde en pleno barrio de la Viña de Cádiz hablando con ella. Cuando le enseñaron las copias de la carta de Concepta, Chari se puso de pie y se dirigió a una cómoda que se encontraba al fondo entre las dos camas. Sacó de uno de sus muchos cajones una carpeta azul de las que se cierran con una goma elástica cruzando las esquinas y mirando a la recién llegada fijamente a los ojos, le dijo:
-Me has dicho que te llamas Alicia. Pues bien, si tu apellido es Correa, mi familia lleva más de cuatrocientos años esperándote.

sábado, 23 de abril de 2016

Día Mundial del Libro en "Pérgamo"

 Recuerden que para el Día del Libro, tendremos con nosotros a Inma Calderón a las 12:00 h., con una actividad de lectura participativa para niños, y las 13:00 h. José Alcedo nos presentará su nueva novela: "Veracruz".






jueves, 21 de abril de 2016

Esta mañana en Astilleros

Ha sido un momento muy emocionante. Gracias Marga, Pedro, Antonio, Pepe, Manolo... ¡Ojalá Veracruz haya llevado más barcos a nuestro astillero!



miércoles, 20 de abril de 2016

Veracruz, en "El Dique" de Puerto Real

     Mañana jueves (hoy en realidad) seguramente sea uno de los días más importantes de mi "carrera literaria". He sido invitado por el Comité de Empresa de "El Dique" a iniciar una lectura de mi novela Veracruz en todas las dependencias del astillero, taller por taller y oficina por oficina, con motivo de la celebración del Día del Libro. Es la primera vez que se hace y es para mí un honor leer las primeras páginas de mi novela justo en el lugar en el que mi padre pasó la mayor parte de su vida, trabajando allí desde los 14 años hasta que lo prejubilaron. 
     Y tiene mucho que ver esta coincidencia, pues el nombre de la novela surgió de un posible traslado de nuestra familia, en 1981, a unos astilleros mexicanos en construcción. Mi padre nos preguntó si estábamos conformes en irnos allí, y yo, con 16 años, ansioso de aventuras, dije inmediatamente: ¡¡Sí!! . Al final no salió la cosa, pero yo me quedé con el nombre de aquella ciudad que podría habernos acogido, y que ahora, por... ¿casualidad? aparece cuando menos me lo esperaba: Veracruz.